Sueño 1: Palabras caídas
abro la página segunda
y las letras empiezan a caerse
huyen despavoridas,
algunas se lastiman
al caer al piso,
tiemblan aún si las recojo
no se qué hacer con ellas
tal vez las reparta en los silencios
a unos pocos buenos amigos
o las plante en las encías
para que nazcan palabras
Habría que matar a los poetas
rescatar de ellos apenas el gesto grave
y el ácido color de sus paredes (sin sus textos)
habría que salvarlos de sus huellas dactilares
de su rabia corrosiva
de su amor propagado al infinito
de sus pasos tambaleantes hacia el túnel de la nada.
Habría que matarlos
a todos y cada uno.
Que las calles se llenen de normales
que la gente no consienta el disimulo
de saberse asi de solos
que nada angustie la plácida alegría
de los convencidos
que nadie interrumpa en esa paz fingida
Que se quemen los poetas disidentes
los que llaman por su nombre a las verdades
los grandes
los pequeños
los de barro escupidos por las manos
los malditos que insomnian
los atravesados
los que describen la furia como si la habitaran
los pálidos voceros de la angustia
los que saltan al vacío
los que marcan para siempre las pupilas
que se quemen
que se mueran
que se mueran
que las calles se llenen de normales
me desconecto
me descontexto
me desfiguro
luego
me arranco la oreja y la planto en una cintura
muy cerca del sexo
increíblemente
escucho el mar
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