21 de Mayo. Nada pasó
Ya está. Y al final del camino nada. Tal vez todo
lo que pude haber sentido ya lo gasté. Tal vez de eso se trata. De consumir la
vida en un instante, y que luego, lo que venga de ahora en adelante, sea solo
la prolongación del segundo inmediato. Libre de temor, de esperanza, de
expectativa. He perdido todo y he ganado todo. La nada nos iguala sin
distinciones. Podría pensar en Amanda. Es un contrasentido,
pienso en ella, desde luego pienso en ella. Pero ahora es distinto. Ya no el
deseo compulsivo. Con ella también lo gastamos todo. En ella y en nadie mas deposité sinceridad. Con nadie asi, tan transparente. De ninguna forma eso me garantiza algo de indulgencia,
pero al menos puedo responderme.
A menudo uno se decepciona de si mismo. Estamos condenados a vivirnos, a habitarnos, tanto que las pequeñas o grandes decepciones que nos provocamos son, en parte, comprensibles, y desde luego perdonables. Pero cuando el golpe viene de afuera y de adentro al mismo tiempo, es como si un rayo nos partiese en dos mitades. Como si dichas mitades se alejasen infinitamente, y uno no puede escoger con cual se queda.
No diría que soy un infeliz, no podría afirmarlo ahora mismo porque, en realidad no encontré nada. Así deben sentirse los relojes
A menudo uno se decepciona de si mismo. Estamos condenados a vivirnos, a habitarnos, tanto que las pequeñas o grandes decepciones que nos provocamos son, en parte, comprensibles, y desde luego perdonables. Pero cuando el golpe viene de afuera y de adentro al mismo tiempo, es como si un rayo nos partiese en dos mitades. Como si dichas mitades se alejasen infinitamente, y uno no puede escoger con cual se queda.
No diría que soy un infeliz, no podría afirmarlo ahora mismo porque, en realidad no encontré nada. Así deben sentirse los relojes
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