Estimado/a lector/a
Desde hace varios días me impresiona su inquebrantable fidelidad al blog del perroruna. Intuyo que usted (asumo que es usted y no ustedes por motivos que mas adelante expondré) ha logrado que en sus permanentes incursiones a este mundo de códigos y lenguajes binarios que llaman la Red, la visita al blog sea un apartado inevitable y ojalá agradable. Debo contarte (perdón, me siento mas a gusto asi en confianza que en esa hipócrita mascarada de formalidad) que cuando escribo, por lo general en las noches, y por lo general a solas, no imagino qué rostro encontrarán mis letras al otro lado de la pantalla. Escribo porque siento que es una de las pocas cosas que no me atan al huracán de mentiras y medias verdades que vivo y sobrevivo dia a dia. Pero desde hace poco he sentido una necesidad enorme, incomprensible, por conocerte. Si te conozco, es decir si, como es casi seguro, tú en realidad eres alguien que me es familiar y que me ha acompañado en el camino (no importa la distancia eres compañero/a) igual siento la necesidad de conocerte mas. Es un poco frustrante y a la vez maravilloso sentir que ojos clandestinos y manos anónimas empiezan a habitar lo que voy sentipensando.
¿A que viene todo esto? Ya habrás entendido (mucho mas si me conoces) que a menudo necesito de tu abrazo. Necesito saber que existes, que crees en algo, que luchas por algo, que... no te quedas inmóvil al borde del camino por decirlo así, tan a la Benedetti. Necesito (y aquí tienes todo el derecho de imaginarme ególatra y megalómano, pero te pido el beneficio de la duda) tu crítica y tu verdad. Necesito saber qué piensas, porque nada de lo que escribo es tibio ni neutral ni indiferente. Son conversaciones con muchos espejos repartidos en el piso y en el cielo. Necesito que te enfades con líneas que no esconden su mediocridad, necesito que te sientas, por un momento cómplice de mi suerte y, que por tanto adquieras la legitimidad necesaria para decirte compañero/a y putear si es necesario, o conmoverte (que siempre será una experiencia mas íntima y menos sonora).
Sé que sabes, al menos, algo de mí, mas allá de los disfraces. Te propongo un pacto entre iguales. Comparte conmigo lo que eres, lo que tienes, lo que haces. No es un experimento irrelevante ni la búsqueda de alguna catarsis, es simplemente curiosidad y ganas de entender qué hace que tomes tres o cuatro o veinte minutos de tu tiempo para detenerte en mi estación. Sé que lo haces a solas (no malinterpretes insinuaciones de ningún tipo) porque a solas se lee mejor. Y sé que lo haces a menudo porque cada día hay treinta como tu (o tu repetida/o).
Gracias por llegar, y si lo haces, gracias por quedarte
0 opiniones, y tu?:
Publicar un comentario