Dos textos y un dolor de muelas
Fuga
¿no te ha pasado?
días en que te clausuras
días en que no
solamente no
carece de razón el grito
de ruido carece
de labios
sin embargo
casa adentro
clausuradas las ventanas
a cal y canto
detrás de la pared
y de los ojos
en sombras
en pañales todavía
un niño llora
Matias
A Matías no le gusta el futbol.
Entiende de futbol, pero le aburre. ¿Qué sentido tiene correr durante una hora
y media detrás de una esfera, mientras gente malhumorada en pantalones cortos
intenta golpearte? Matías ha vivido goles, los ha gritado incluso, pero no le
basta. Hay partidos sin gol, y Matías opina que, en esos casos, se debería
devolver el dinero. Arcos vacíos. Peloteo inútil.
A Matías le gusta el básquetbol.
Ese si es un deporte en serio, piensa. Uno nunca puede descuidarse y por tanto
es casi imposible aburrirse. Por otra parte un partido de básquetbol jamás
termina con un cero a cero en el marcador, ese diálogo entre paredes que, en
cambio, tan común le es al fútbol moderno. El básquetbol si es un deporte en
serio. Pero Matías no puede practicarlo. Él salta, pero no lo suficiente. Nunca
saltó lo suficiente. Mientras ajusta sus zapatos y recibe palmadas e
indicaciones Matías vuelve a pensar en esa vida que no fue, y refunfuña una vez
mas contra los genes del abuelo que, en opinión de su madre, son los
responsables de que Matías haya salido patucho.
El estadio enloquece, se lanzan
fuegos pirotécnicos. La barra brava salta y vocifera. Tiemblan los cimientos y
el corazón como si un parlante fenomenal retumbase desde las entrañas de la
cancha. Matías cierra los ojos y respira hondo. Una garganta colectiva corea su
nombre una y otra vez. Su equipo ganará esa tarde. Él anotará los goles.
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