Anoche soñé que el tiempo se volvía refractario. No entiendo muy bien el concepto, pero el tipo en el sueño parecía tener plena conciencia de las implicaciones del fenómeno. Haciendo un ejercicio de memoria admirable recordé, de las viejas clases de física con el abuelo, que la refracción es basicamente cuando una onda cambia de dirección entre dos materiales distintos. Como el clásico ejemplo de un lápiz medio sumergido en un vaso con agua y el lápiz parece quebrado. La percepción de la luz y del reflejo del agua refractadas "quiebran" aparentemente el lápiz. Bien, lo recuerdo, pero ¿que tiene eso que ver con el tiempo?. Además, el término refractario de pronto no tiene mucho que ver con la variación de velocidad de las ondas. Mas bien se parece al concepto sexual del tiempo que transcurre entre un orgasmo y otro, tiempo que en el caso masculino, por lo general esta relacionado con la posibilidad de generar (divertido término para lo que se viene) otra erección.
Lo medito por unos segundos y ninguna de las dos acepciones tiene que ver con el sueño. O tal vez un poco ambas. Se los describiré.Alguien que aparenta ser yo camina por la calle de una ciudad desconocida que tiene amplias avenidas convenientemente decoradas con árboles que parecen pinos pero también sauces. De vez en cuando aparecen por dichas avenidas unos carruajes tirados por caballos sin chofer, al menos en este detalle la ciudad es predecible. Sin embargo no logro distinguir a ningún otro ser humano, por lo tanto camino solo. Sé que es una ciudad porque en el fondo y a mis costados se distinguen edificaciones civilizadas, es decir construidas por seres medianamente inteligentes. Debo anotar que su arquitectura es bastante extraña, no juegan mucho con las líneas perpendiculares al piso como uno está acostumbrado. Sus edificios son oblicuos, como torres de Pisa pero mas inclinadas. El tipo del sueño imagina que los pobladores serán individuos con serios problemas de espalda pero no tiene la oportunidad de confirmar su hipótesis pues nadie aparece y además a él le preocupa algo mas grave. Se fija en el reloj atado a su muñeca (por este detalle tengo dudas de que el tipo en cuestión sea yo) y descubre con horror que el tiempo no transcurre como debería sino refractariamente. Aquí me detengo porque el personaje del sueño está convencido de éste término y basa su argumento en la siguiente prueba. En lugar de avanzar el tiempo rebota. No se detiene, ni retrocede sino rebota. Algo así como un tiempo cangrejo que avanza tres segundos y retrocede dos, luego avanza dos y retrocede tres, y así siguiendo un patrón impredecible pero constante que hace al tiempo rebotar permanentemente. Algo que para el tipo que mira el reloj tiene un nombre inconfundible: Tiempo refractario.
Una gran angustia invade el corazón del tipo que mira su reloj y que dice ser yo. Se pone a pensar en cosas muy tiernas, como por ejemplo ¿cómo le harán los niños en los recreos si tienen que avanzar y retroceder todo el tiempo? o ¿cómo acabarán los chefs sus recetas si en el preciso momento en que solo les falte poner la última decoración a su postre de pronto se ven a si mismos nuevamente describiendo los ingredientes? o ¿como le harán los desahuciados para aguantar el retorno permanente? ¿como soportar esa condena de muerte reincidente? ¿que sentido tiene planificar futuro y promesas si es que el tiempo comienza a rebotar como una enorme pelota cósmica? El pobre tipo no se da cuenta de que el solo hecho de pensar todas esas cosas, en medio de las circunstancias descritas, implica que por lo menos a él, tal condición refractaria del tiempo no lo afecta, pues sigue caminando como si nada y no tiene que retroceder sus pasos ni desandar sus palabras. Poco antes de despertar logra fijarse en el cielo y se maravilla de cómo danzan las nubes, para adelante un momento, para atrás otro, con un sol también móvil marcándoles el paso
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