sábado, mayo 14
Capitulo seis... el amargado
Pasaré años estudiándolos. Organizaré conmigo mismo simposios y conferencias sobre ellos y su vida alegre. Gajes de rutina confabularán sus anécdotas, reiré con ellos. Me invitarán a su cocina, a su sala, a su balcón, a sus paredes. Sonreiré con todos los dientes de la mentira en sus fotos y en sus galas. Me confesarán sus desdichas, las pocas y sinceras variaciones de su mutua comprensión. Seré el único capaz de conocerles, de entender su inocencia y su maldad. Llorarán en mi hombro, llegarán de improvisto en pleno insomnio, brindaran conmigo. Me dirán "hermano" y "gracias" y "bienvenido" con palabras o silencios elocuentes. Contarán conmigo en sus testamentos, en sus despedidas, en sus remotos pero irreductibles funerales. Y cuando se hayan ido, cuando por fin se hayan ido, llorando y con la boca reseca, me acercaré a los árboles o a las piedras y les gritaré sin reproches lo mucho que odié ser nada mas que un testigo de tanta felicidad.
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