viernes, marzo 25

El Cielo de los Perros


El cielo de los perros
A fiona, que me contó un poco de la historia según le contaron su padres. 
Si yo también hablo idioma perro


Cómo iba a saber Dios qué hacer con los perros. El viejo nunca ha sido muy cuidadoso con los detalles. "Voy a crearte a mi imagen y semejanza" dijo vocinglero un día mientras moldeaba el barro, y nunca imaginó que su imagen y semejanza iba a terminar destruyendo todo lo creado. "Llevarás un mensaje de paz" le dijo a Cristo su unigénito, y nunca imaginó que no solamente la suya, sino todas las muertes que en su nombre (el de Cristo) ocurrirían serían en vano. "No tendrás dioses ajenos" le gritó a Moises, arbusto de por medio, sin imaginar que tal despiste abría la posibilidad certera y negada de "otros" dioses, pues ¿por qué entonces habría de ponerse celoso sin en el ancho Universo gobierna el solito?... Definitivamente Dios es un tipo inseguro, mogijato, inexperto y sobretodo despistado, terriblemente despistado. Cómo iba a saber entonces qué hacer con los perros.

Es sabido que hay tres cielos, cinco infiernos y una tierra que vale por todo eso. El cielo menor, el que mas lejos queda de la morada celeste, es a donde van a parar las almas indiferentes. Las que no obraron mal, pero que tampoco inventaron el bien. Digamos, gente como los cobradores de peaje, los profesores de semiótica o los paleontólogos. Gente que ni estorba ni maravilla, y que en su paso por la tierra fueron mas bien desconocidos. El segundo cielo, que por algún motivo de espacialidad celestial no está en el medio sino en primer lugar si se midiera a los cielos desde la tierra, está poblado por aquellos que se tomaron un poco mas en serio el terror del pecado. Extrañamente aquí no hay curas ni prelados ni monjas ni sacristanes y apenas unos cuantos monaguillos (existe un apartado infernal para todo el aparato eclesiastico, pero esa es otra historia) mas bien está lleno de gente humilde, trabajadores y obreros, amas de casa, jubilados, taxistas, verduleras, campesinos, maestros de primaria y sobre todo anarquistas desconcertados con su túnica blanca (aunque sea despistado Dios tiene un sentido del humor bastante retorcido). Finalmente en el último cielo están los arcángeles, los querubines, los serafines, los principados, la parentela de Cristo y, en otra prueba del inconfundible humor divino, los musulmanes, los mormones y los amish; además de todos quienes en vida pudieron costearse una entrada que, hasta donde recuerdo, era bastante fácil de conseguir si se tenía los contactos adecuados. A decir verdad el tercer cielo no se diferencia en nada de los otros dos, e incluso hay quien proclama que una tertulia con Bakunin ocultando inútilmente sus alitas prístinas es un espectáculo verdaderamente imperdible, sin embargo la ventaja de los tercercielistas es la posibilidad, remota, pero real de que en alguna caminata matutina pueda uno toparse con el mismísimo creador, aunque tal vez por motivos de edad (Fidel Castro es un gran ejemplo terrestre) ya al pobre casi no se lo ve salir de su palacio.

No tocaremos por ahora los infiernos, que según es fácil deducir son mucho mas interesantes con tanta población de marxistas, estrellas de rock, escritores y teatreros porque lo que nos interesa por ahora es analizar uno de los clásicos descuidos de Yahvé, Jehová o Alá, como quiera usted llamarlo.

Cuando un ser humano se muere, su cuerpo se reduce a la esencia de mugre y cal de donde surgió, completando así el círculo y dejando tranquilos a los seguidores de Antoine Lavoisier porque (repitan conmigo) "nada se crea, nada se destruye y bla bla bla". Por otra parte, el alma pasa al control inexpugnable de la burocracia cósmica, tan eficiente y espantosa como cualquier otra burocracia, de modo que pueden pasar meses e incluso años antes de que los informes y los análisis determinen a qué escalafón infernal o divino acudirá el recién llegado. El papeleo es impresionante (el señor de señores es un tipo chapado a la antigua y le gusta que todo trámite se haga a mano, sobre papiro y con tinta destilada de tripas de cerdo, como en los buenos tiempos) las colas de espectros rodean varias veces el planeta y para empeorar la situación los querubines asignados al trabajo no trabajan los fines de semana, no hacen horas extra y cumplen rigurosamente con su calendario festivo, que para ser sinceros es bastante amplio, y mas cuando el santoral coincide con alguno de los empleados. Dios ya está cansado, si alguna vez estuvo entusiasmado, de tanto trámite y, desde luego, no tiene tiempo ni divina voluntad para lidiar con problemas menores como las almas no humanas que de vez en cuando, y gracias a la inefable burocracia, se colan en las oficinas.

"Toda vida tiene alma" sentenció, suelto de huesos, el Papa Cipriano IV en su calidad de vicario de cristo, pastor de las almas y guardian de las llaves del cielo. Algunos de sus contemporáneos opinaron que dicha afirmación tenía cómo único fin asegurar su propia salvación ya que estaba convencidos de que el buen Cipriano era mas mula que humano, pero en cualquier caso la frasecita desencadenó un debate teológico al que se sumaron tiempo después incluso los botánicos trasnochados y creyentes, argumentando que si todo lo vivo tiene alma a donde van a parar las pasionarias y los manglares; los abetos y los sauces; las algas pardas y los bananos... Dios arregló fácil el problema permitiendo flora en sus tres cielos, aunque reservándose para el suyo las orquídeas, a las que consideraba su única creación perfecta, pero despistado, olvidó dar instrucciones sobre los animales que tuvieron que arreglárselas como podían. Los grandes saurios encontraron buen asilo en el infierno, donde son usados como animales de carga y de tracción para mover las enormes bandas y engranajes que mantienen encendido el monumental sistema de calefacción que todo buen infierno demanda. En orden de volumen descendente el resto de animales fue siguiendo su ejemplo, sobre todo desde que corrió la voz, como se dijo, de que el infierno es mucho mas divertido que el soso y aburrido cielo. Así los elefantes usan sus trompas como látigo de impios, vientre de leones son las camas mas codiciadas, la grasa de las morsas sudorosas actúa como lubricante de los trinches infernales y una inmensa colección de pavos reales brindan elegancia, confort y ventilación al príncipe de las tinieblas quien, dicho sea de paso, es una especie de Chavez prehistórico: Un buen tipo con pésima publicidad.

De todos los animales (bacterias y amebas incluidas) las únicas almas que decidieron no tomar el camino de los infiernos fueron los perros. Existen varias posturas al respecto. Hay quien dice que su fidelidad los obliga a buscar a sus amos aún en el mas allá, teoría desacreditada por el hecho de que la mayoría de amos están mas bien abajo. Otros opinan que los perros son los únicos capaces (junto con los humanos aparentemente) de discernir entre el bien y el mal, y que por lo tanto saben hacia donde queda la morada de su creador. Teoría esta última demasiado empalagosa y absurda para mi gusto y que mas bien me parece salida del razonamiento de un Cuauthemoc Sanchez cualquiera. La tercera postura, y la que comparto, es que simplemente el infierno se hacinó, y los perros tuvieron que subir en lugar de bajar porque bajar ya no se puede. Una teoría que además tiene todo el sustento lógico si se piensa que en apenas cien años el ser humano acabó con un tercio de toda la vida que sus antepasados compartieron durante millones de años. Hay quien solamente presta atención a los genocidios de niños y viudas, pero... no anticipó Cipriano que todo lo vivo tiene alma?... Están llenos, simplemente están llenos. Entonces a los perros les tocó hacer fila a las puertas de los tres cielos mencionados pero al inicio nadie les prestaba atención. Ni siquiera a los perros famosos (ni siquiera a las perras famosas) cuando llegaba su turno, un fornido serafín les cogía del cogote, como tantas veces les habrá pasado en vida, y les lanzaba a un rincón de nube. Resulta obvio que el rincón se fue llenando poco a poco al punto de que tuvieron que adecuar uno de los patios internos para tenerlos ahí hasta que Dios decida que hacer con ellos. Al principio los perros y las perras se comportaban de manera mas bien acongojada, no oponian resistencia, no ladraban, no huían. Pero al verse cada vez mas y mas numerosos comenzaron los disturbios. En primer lugar porque la separación del cuerpo no implica necesariamente la negación de los instintos, ya que el alma es el motor de los deseos que la carne persigue. En otras palabras, comer, dormir, defecar y aparearse, las cuatro necesidades básicas, seguían estando presentes por muy perros celestiales que fueran. El recato con que se comportaban los primeros días, debido a la confusión y el miedo, fue cediendo a medida que pasaba el tiempo y aumentaba la población. También fue aumentando la...conciencia de clase canina, por llamarlo de alguna forma. Un pequeño perro negro con manchas tomates en un ojo y en el rabo fue el primero en quejarse públicamente. "Ustedes nos tratan como a perros", le ladró indignadísimo a un serafín. "Cómo es posible que no nos asignen un lugar mas cómodo, estamos a punto de asfixiarnos, dormimos uno encima de otro, los recién llegados no respetan a nadie, estamos hartos de comer pedazos de nube, y el olor?... acaso ustedes aguantan el olor? si seguimos así en unos días todo el cielo terminará oliendo a cloaca."  Así se quejaba el perro negro de manchas tomates, y no le faltaba razón ya que los aromas tampoco sufren variaciones en la trasmutación del cuerpo al alma, por mucho que les joda y les pese a los teólogos mas puritanos. Lamentablemente el serafín no podia entender lo que el perro le decía porque los ángeles hablan idioma angélico, que es una especie de mezcla de quichua con euskera, y los perros hablan perro, por lo que las barreras idiomáticas llegaban a niveles realmente desesperantes. "No tenemos alternativa compañeros debemos revelarnos" sugirió una noche un pastor alemán que había llegado entre los de la primera ola migratoria. "Si, debemos tomarnos el cielo, si no vamos a terminar peor que en el infierno" clamaron en coro unos chihuahuas que, como se imaginarán, no la estaban pasando nada bien. "Revolución!!!" ladró en el fondo algún perro proletario que seguramente en vida cuidaba las puertas del Kremlin. "Revolución!!" ladraron en coro el resto de perros, en un estruendo que hubiera puesto en peligro todo el plan si no fuera por la enorme ventaja de que el idioma perro solamente lo entienden los perros y uno que otro niño. El golpe fue memorable. Astutamente se aprovecharon de uno de los múltiples feriados que los serafines se tomaban y se apoderaron de las oficinas. Un ejército de Doberman, Bulldogs, sabuezos y sobre todo runas rodeó el edificio angélical tomando a todos por rehenes, y una cuadrilla de perras y perros elegantes se pusieron al frente de las ventanillas para atender a los visitantes. Los trámites se simplificaron enormemente ante los ojos desconcertados de lás ánimas humanas que no entendían nada, pero que obedecían de cualquier forma pensando que la perruna administración respondía a otra broma de Dios. El plan de los perros fue, sin embargo, mucho mas allá. Inventaron un sistema estandarizado de calificación de almas. Para sobrellevar el problema del lenguaje dibujaron con mucho trabajo un ser humano maltratando a un perro y en otra hoja otro ser humano jugando con el can. A cada visitante que se acercaba le mostraban las hojas animándole a que escoja. Todos quienes escogían el papel del maltrato eran enviados directamente al infierno y por el contrario quienes se enternecían y tocaban el otro papel eran inmediatamente enviados al tercer cielo, al mas alto. Mientras todo esto sucedía, otra división acorazada de San Bernardos, Fox Terrieres, Golden Retrievers, Samoyedos, mastines y, por supuesto, runas iban por los cielos primero y segundo desalojando a toda la población que reaccionaba con la misma obediente estupefacción que denotaban los visitantes recién llegados. Nada pudieron hacer las fuerzas especiales de arcángeles cuando se dieron cuenta de la situación. Los perros se habían apresurado a blindar sus fronteras con muros de cirros y estratos. Al cabo de apenas dos meses, los perros controlaban no solamente la aduana celestial sino también los dos cielos menores. Si alguien se pregunta por qué no lanzaron sus fuerzas al tercer cielo y acabaron de una vez por todas con la dicadura cósmica, la respuesta es simple: Los perros son criaturas nobles y no les motivó la venganza sino la necesidad de espacio. Ahora los caninos visitantes ya no tienen problemas de hacinamiento, ni de alimentación ni de abrigo ni de cariño. Corren todo el día por entre el espacio infinito, se acuestan entre los cúmulos para ver como llueve desde arriba y de vez en cuando organizan fogatas monumentales a donde tambien asisten algunos serafines y muchos niños, que son los únicos que entienden su idioma. En el tercer cielo los arcángeles están comenzando a resignarse, entre otras cosas porque el Dios de dioses ya está muy viejito, y despistado como es, todavía ni se entera de la que se armó.

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