Los relojes de arena
Tiempo de vidrio
arena que rige
el curso de las horas
como si las horas en si mismas
no fueran un intento absurdo
de controlar el universo
donde el tiempo
como se sabe
ni existe ni se sospecha
Inventario de lo útil
La humedad que sirve
es la que dejas en mi cama
no la melancolía ni la memoria
sino tu líquida presencia
cuando crece la luna
cuando tus piernas se abren
como un arco iris
y mi pulso es un vaivén
encerrado y gris
El amor que sirve
es el que abrazas insolente
contra el miedo y no te importa
contra Dios y no te importa
contra el mundo y es un reto
la ternura si te quedas
o la dicha si te vas
El futuro que sirve
es el que compartes
con el rostro de mi soledad
este que demoras
este extracto de las ganas
esta patria como Ítaca
que aguarda tu regreso
siempre y cuando no sea
para regresar lo andado
La paz que sirve
no es tu guerra meditada
ni el banquete de mis derrotas
ni tus ansias por omitirme
es la hija solamente
que llegará en un suspiro
a inaugurar nuevas palabras
que recelas en tu vientre
aun sabiendo que existen
Cosecha
Cosecho las palabras
cuando están a punto de podrirse
cuando han caído de su árbol
y por lo general en la noche.
Del piso las recojo
mientras observo a la distancia
elegantes colegas
trepados en las ramas
y llenando la bolsa
de relucientes y maduros vocablos
No sugiero que todo
lo que muerde el polvo
merezca ser levantado:
hay voces que no repartiría
ni siquiera cuando ensordezca
el silencio
pero reivindico la nostalgia
de las cosas perdidas
y repaso el anaquel
de lo mejor que fui
Por eso necesito
las palabras que han caído,
no solo para refugiarme
no solo para que mi ánimo
o la vanidad
se retuerzan complacidas
no solo para concluir
este capítulo
abierto a tajos en la sangre
no solo para llevarlas
de paseo al basurero
no solo para dibujar
un tiempo imóvil y feliz
necesito las palabras
sobre todo
porque tu vives en ellas
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