Soneto de la boca
La boca que persigue la razón
es la misma que ha de negar el beso
pues la esencia de la boca es eso:
Ser respuesta, pregunta, perdición
No hay destino mas irremediable
que el dolor de una palabra hecha
cuando abre entre dos bocas una brecha
que de labio a corazón es insalvable
Queda entonces respirar la voz ajena
convencernos que el silencio también llena
ir matando sin piedad a la amargura
Queda entonces la esperanza como vela
y la boca sin besar será una escuela
donde nazca, poco a poco, la ternura
Soneto del suicida indeciso
Con mas prisa, acaso, que deseo
he llegado al borde frio del abismo
ya se sabe abajo está lo mismo
la misma porquería, o eso creo
entonces si no salto ya es bastante,
castigo suficiente es este borde
mas tengo que saltar, y ser acorde
como un tímido suicida militante
contra el viento inescrutable de la nada
este instante inexplicable es la celada
donde entrego un pobre cuerpo a la caída
pero advierto enseguida el desencanto
de nada servirá el abismo en tanto
que la muerte es otra forma de la vida
Soneto de cualquier cosa
Siempre odié los sonetos y su forma
tan pulcra, tan limpia, tan santa
tan difícil conseguir (si se lo aguanta)
que el pájaro de versos sea norma
Los hallaba y era una osadía
consentir que en tanto orden bizantino
pueda uno toparse con caminos
de algo que también es poesía
Sin embargo hoy he depuesto mi bandera
y mi voz acostumbrada a las aceras
ha tenido que encontrar un punto quieto
Sutil experimento del insomne
he quedado poco menos que conforme
con estos tres intentos de soneto.
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