I
Todo pasa demasiado rápido. Cierro los ojos y veo tres amaneceres con sus noches respectivas. No parece tener prisa el tiempo, y sin embargo corre como si detrás de él cabalgara la muerte. Todo intento es vano, querer detenerse no sirve de nada. Es como una caída libre, aunque a veces pareciera que el piso va golpeando las entrañas.
II
Unos me gritan ingenuo, y callo como concediéndoles el don de la certeza. No me incomoda la falsa ingenuidad. Ellos no saben que forman parte de mi juego. Que los dejo moverse exactamente hasta el rincón que yo quiera. ¿ingenuo? Nadie entenderá cómo pude ser tan vil cuando el juego acabe
III
Estoy lleno de luz negra. Debo parecerme a un alquitrán, o un cefalópodo; carreteando con mis brazos y mis esporas por la rambla, escuchando el sonido de las olas y dispuesto a disparar el chorro de tinta a quien se me acerque. Sin embargo, si usted, usted que también está hecha de lodo... si usted decidiese venir. Qué dulce manera de morir encontrarían las olas en nuestros cuerpos.
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