Contra los superlativos
Es bien sabido
que basta un sufijo pobre
(ísimo)
para transformar
cualquier adjetivo
en su propia creación divina
como un juego de letra evolutiva
diría el viejo chamak
asi
lo bueno pasa el filtro
y cualquier domingo
se vuelve buenísimo
sobre todo cuando termina
o el ingenuo fiel
se torna fidelísimo
cuando engaña
por aquello de los equilibrios…
en lo personal
todos los isimos (o los érrimos, sus primos)
me parecen de una exageración
innecesaria y falsa
porque aunque lo buenísimo
lo fidelísimo
lo felicísimo
o lo novísimo
pretendan existir
a la larga
solamente son pretensiones
gramaticales
de lo bueno
lo fiel
lo feliz
y lo nuevo
que por lo demás
tampoco existen
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